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12 marzo 2023

Juan Pablo II en El Rocío (14/6/1993)


El discurso de San Juan Pablo II en El Rocío el 14 de junio de 1993

El 14 de junio de 1993 el Papa San Juan Pablo II visitaba la aldea almonteña para postrarse ante la Virgen del Rocío. En aquella jornada histórica, el pontífice pisó las arenas del Rocío, como un peregrino más. Fue recibido entre aplausos y vivas por los rocieros que allí se congregaron. Era, sin duda, el respaldo definitivo de la Iglesia a esta devoción local, que ya hoy es universal.




En el interior del Santuario aguardaban todos los simpecados de las hermandades filiales, para darles la bienvenida. La emoción del Santo Padre hizo que, sin estar en su discurso, expresara aquella frase que pasará a la historia “¡Que todo el mundo sea rociero!”. Repasamos su mensaje que, 28 años después, sigue estando en plena vigencia.

  • “Es para mí motivo de honda alegría y de acción de gracias culminar mi visita apostólica a la Diócesis de Huelva peregrinando a estas marismas en las que la Madre de Dios recibe, en la romería de Pentecostés e incesantemente durante todo el año, el vibrante homenaje de devoción de sus hijos de Andalucía y de muchos otros lugares de España”.
  • “Vuestra devoción a la Virgen representa una vivencia clave en la religiosidad popular, donde se conjugan ricos sentimientos humanos de amistad compartida, igualdad de trato y valor de todo lo bello que la vida encierra en el común gozo de la fiesta”.
  • “En las raíces profundas de este fenómeno religioso y cultural, aparecen los auténticos valores espirituales de la fe en Dios, del reconocimiento de Cristo como Hijo de Dios y Salvador de los hombres, del amor y devoción a la Virgen y de la fraternidad cristiana, que nace de sabernos hijos del mismo Padre celestial”.
  • “Es necesario que, ahondando en los fundamentos de esta devoción, seáis capaces de dar a estas raíces de fe su plenitud evangélica; esto es, que descubráis las razones profundas de la presencia de María en vuestras vidas como modelo en el peregrinar de la fe y hagáis así que afloren, a nivel personal y comunitario, los genuinos motivos devocionales”.
  • “Desligar la manifestación de religiosidad popular de las raíces evangélicas de la fe, reduciéndola a mera expresión folklórica o costumbrista sería traicionar su verdadera esencia. Es la fe cristiana, es la devoción a María, es el deseo de imitarla lo que da autenticidad a las manifestaciones religiosas y marianas de nuestro pueblo”.
  • “Os invito, por ello, a todos a hacer de este lugar del Rocío una verdadera escuela de vida cristiana, en la que, bajo la protección maternal de María, bajo sus ojos maternos, la fe crezca y se fortalezca con la escucha de la palabra de Dios, con la oración perseverante, con la recepción frecuente de los sacramentos, especialmente de la Penitencia y de la Eucaristía. Este, y no otro, es el camino por el que la devoción rociera ganará cada día en autenticidad”.
  • “Dad testimonio de los valores cristianos en la sociedad andaluza y española”.
  • “Me siento feliz de estar con vosotros en esta hermosa tarde, aquí, en este paraje bellísimo de Almonte y ante este bendito Santuario, en el que acabo de orar por la Iglesia y por el mundo. A Ella, nuestra Madre celeste, Asunta en cuerpo y alma al cielo, he pedido por vuestro pueblo andaluz y español”.
  • “He pedido a María que siga concediéndoos, en la alegría de vuestra forma de ser, la firmeza de la fe, y engendre en vosotros la esperanza cristiana que se manifieste en el gozo ante la vida”.
  • “He pedido para vosotros, los aquí presentes, así como para vuestras familias y para Andalucía entera y la noble Nación española, que sepáis siempre superar las dificultades y los obstáculos, a veces frecuentes en el camino, como son la pobreza, la temible plaga del paro, la falta de solidaridad, los vicios de la sociedad consumista en la que se olvida el sentido de Dios y la caridad auténtica”.
  • “Llevad por todos los caminos el cariño y el amor del Papa a vuestros familiares, paisanos y amigos”.
  • “¡Que todo el mundo sea rociero!”

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